MORATO

Partiendo de un dibujo firme, en el que no se permite concesión ni capricho, Santiago Morato maneja gamas de extensa justeza. Es capaz de trazar un retrato tan parecido al modelo que éste quizá se desconozca en la tela. Puede trasladar un paisaje a una tela con dos rasgos de color o policromarlo hasta que el paisaje se sienta en el colmo de sí mismo.

Los niños, en especial, le fascinan; tratándose de niños, Morato no los pinta; comparte con ellos la niñez y el color.

Mario Antolín
Diario Ya, mayo 1972

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